La filosofía, impulsada también por la UE, que ha fijado como prioritarios dentro de la PAC los modelos de producción respetuosos con el medio ambiente.
Pero además de comer sano o ecológico, los nuevos hábitos de consumo apuestan por productos de proximidad, más respetuosos con el medio ambiente al eliminar el consumo energético que supone el transporte, donde además se prime el bienestar animal.
Las consecuencias de esta tendencia están comenzando a mover la economía del campo, donde las alternativas al sector lácteo y cárnico son cada vez más numerosas.
Desde el Consello Regulador da Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega) destacan que el año pasado las ventas de producto certificado se dispararon un 33,2 %.
Desde el Consello Regulador da Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega) destacan que el año pasado las ventas de producto certificado se dispararon un 33,2 %. Pero no solo están surgiendo nuevas granjas o huertos con certificación ecológica, también son cada vez más los productores con explotaciones artesanales donde los animales viven libres en extensivo. Un ejemplo son las ganaderías dedicadas a la cría de diferentes razas autóctonas que, según la Federación de Razas Autóctonas de Galicia (Boaga), son 654 repartidas entre la cría de vacas «cachenas, caldelás, frieiresas, limiás, vienesas, ovellas e cabras galegas e galiña de Mos». La demanda de estos productos no deja de crecer y desde colectivos como la Asociación de Productores de Porco Celta (Asoporcel) explican que los ganaderos dedicados a este animal no logran abastecer la demanda.
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