Alfredo Redondo Diéguez es uno de esos muchos españoles que en estos días combinan sus conocimientos y habilidades para encontrar parches a un sistema institucional incapaz de conseguir y distribuir los ya famosos EPI, trajes de protección integral, a fin de evitar los contagios entre los profesionales que deben luchar por la vida de los infectados
ha ideado un adaptador con el que transformar un esnórquel de buceo de una conocida firma en una máscara de protección integral dotada de dos filtros de aire, que pueda servir de escudo al personal de hospitales y centros médicos a los que no está llegando todo el material imprescindible para la salvaguarda del mayor activo con el que en este momento cuenta España en la lucha contra el coronavirus en espera de una vacuna sin fecha.