Nieta, hija y madre de ganaderos, esta sindicalista lleva el rural en sus venas y desde hace poco más de año preside la Inlac, organización que engloba a productores e industria. Sabe por experiencia que los bajos precios de la leche limitan la rentabilidad de las explotaciones y la llegada de savia nueva al sector. «Cada vez estamos más estrujados», sostiene.
Cada día a las seis menos diez de la mañana le suena el despertador y 20 minutos después empieza a ordeñar 80 vacas en la explotación láctea que pilota junto a su hija y su yerno en un pequeño pueblo de Cantabria.