Emprender nunca ha sido tarea fácil y menos en los grandes núcleos urbanos en los que la competencia es más agresiva. Por ello, puede que la oportunidad se encuentre en un pueblo con escasez de oferta de bienes y servicios y, a su vez, con menores barreras de entrada, alimentado precisamente por el vaciado demográfico
De la ciudad al pueblo para montar su propio negocio. El dogma inverso que ha imperado desde la década de los 60 en España puede ser el impulso definitivo que le lleve a materializar su proyecto con éxito. Aunque a priori la sangría demográfica acuñada con el término La España vaciada se erige como un fenómeno imparable, que puede echar para atrás a más de un emprendedor, la movilización en torno a la creación de un ecosistema que fomente el emprendimiento en el ámbito rural no para de crecer.