Un grupo de vecinas de Santa Comba ponen en valor la labor de las mujeres del rural, donde asuntos como la conciliación se traducen en mayor carga de trabajo.
«Somos un pouco férvelle as verzas». Esa es la forma en la que Cecilia describe la forma de ser de mujeres que, como ella, viven en, de y por el campo. Saben hilar fino, con mano izquierda, pero como apunta Lina no paran. ¿Su modo de conciliar? Con trabajo. «Levantámonos para almorzar, arranxamos os nenos para ir ao colexio cando son pequenos, somos as primeiras en chegar á cuadra ou á nave, arranxamos todos os papeis da explotación, coidamos os vellos…. O mesmo levamos os maiores ao médico que coidamos os rapaces», dice. Cecilia y Lina son dos de las dieciséis mujeres reunidas para hablar de la realidad que las rodea, la de unas trabajadoras -algunas están ya jubiladas, pero continúan dando el callo en casa- que viven en la Galicia rural, en Santa Comba, a medio camino entre A Coruña y Santiago, un lugar donde prima la ganadería como motor económico. Ellas, cada una desde su terreno, le dan un buen empujón.